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jueves, 21 de mayo de 2015

COMPRAN AVELLANAS HOY



COMPRAN AVELLANAS HOY.-


      Era un día frio del mes de Febrero del año 1950. Había cumplido seis años, a esa d se escolarizaba, mi madre con su mayor ilusión me preparó mi maletita de cartón, dentro llevaba un abecedario, pizarra, pizarrín y un lápiz, eso era todo; había protestado lo mío, el  abecedario lo sabía de memoria en realidad ya leía tebeos, el Capitán Trueno  era mi favorito, un vecino mayor tenía una buena colección de ellos, había puesto todo mi empeño en aprender a leer, para comprender lo que decían los pequeños dibujos y letreros , con dificultad pero leía.
      En esa mañana fría, salimos mis hermanos y yo de casa camino de la escuela, los dos mayores iban charlando de sus cosas yo les seguía a unos metros detrás, de vez en cuando le atizaba una patada a alguna piedra al fin de llamar la atención, imposible como si fuera invisible.
        Mi primer día de escuela fue muy tirante, mis amigos del pueblo, ellos un poco mayores, se reían de nosotros, los dos nuevos Carlitos y yo, nos trataban como a tontos, éramos amigos en la calle y aquí en la escuela se pavoneaban, ellos eran más sabios, cuando el maestro me puso delante del abecedario, se quedaron impresionados, lo sabía de carretilla. Al final del día el maestro decidió pasarme al escalón siguiente, me sentí elevado al máximo, era un triunfo en ese escalón estaba mi hermano mayor que yo.
         La vuelta de la escuela me arreglé como pude, mis hermanos mayores se fueron con sus amigos, yo acompañado por los pardillos de mi edad que íbamos en la misma dirección, pude llegar a casa sin más complicaciones, nosotros vivíamos un poco alejados del pueblo en una pequeña quintana.
         Los días pasaban con alegrías y tristezas, regresaba de la escuela, solía hacerlo en un grupo donde iban mis hermanos algo mayores que yo. Venia enfrente de nosotros una buena mujer que tenía fama de loca, ADELINA, ese era su nombre, los mayores me mandaron saludarla con el brazo extendido la mano abierta diciéndole viva Franco., ni corto ni perezoso fui hacia ella saludándola según la consigna recibida, todos empezaron a reírse a carcajada, en ese momento me di cuenta de la tomadura de pelo, me quede delante de ella con la respiración contenida., la buena mujer me miro, sonrió y metiendo la mano en su cesto de avellanas tostadas que llevaba para su venta, me dio unas pocas, metiéndomelas en el bolso del pantalón , yo seguía asustado, me acarició la cabeza y dando la vuelta dijo “ compran avellanas hoy”. Desde ese momento sentí un gran aprecio hacia su persona. Nunca más volví a molestarla, al pasar cerca de ella le daba los buenos días. De vez en cuando, cuando iba solo se acercaba me miraba y me daba un puñado  de avellanas.
        Comprendí su forma de reaccionar más tarde, esa buena persona, vivía en Barcelona,  su casa fue bombardeada cuando la contienda civil, culpaba a Franco de la pérdida de su domicilio.
          Mis compañeros seguían molestándome con el saludo Franquista, a alguno de ellos le quedó la prueba en una pedrada en  la cabeza.
           Actualmente nos tomarían por locos, pero en aquellos tiempos los mozos de los pueblos armaban algarradas con los foráneos, el fin era intimidarlos para que no volviesen, de esa forma se hacían con las mozas del pueblo, me recuerda el proceder del macho dominante, ellos pensaban que las chicas eran de su propiedad, primero los del pueblo, si sobraba alguna podía ser recuperada por los foráneos. A las mozas hartas  de ver a sus vecinos se desvivían por los forasteros, la novedad algo normal. Mis vecinos, aguerridos mozos, salían en pandillas, supervivencia pura en caso de pelea. Transcurría el baile con pequeñas incidencias, resueltas la mayoría de las veces con la intervención de la pareja femenina del momento, al fin del baile si alguien pretendía acompañar a la conquista empezaba el drama, acompañar y salir corriendo al punto de encuentro de la pandilla, todo con rapidez.
         Era muy normal a altas horas de la noche ver a pandillas de mozos cantando, riendo por las carreteras y caminos vecinales, contando aventuras, medias verdades y mentiras sobre sus cortejos. Iban y venían juntos  fin de hacer frente a los muchachos del pueblo, final del baile, algarrada, huida y a juntarse en el lugar señalado, volviendo juntos al pueblo. Es difícil comprender hoy esas actuaciones, pero no había televisión, el teléfono uno en cada pueblo, la radio en casa del médico y cuatro más, el cuerpo de los jóvenes, pide juerga……
         Nadie se lleve a engaño, disfrutaban más que nuestros jóvenes con sus móviles, coches y demás artilugios que les acompañan, en esa época había mucha camaradería, cambio de impresiones con sus discusiones en opinión y todo tipo de actividades, bailes, deporte era normal  ver a cantidad de mozos con sus tertulias, hasta había algún intelectual que leía y mucho.
        Era el mes de Agosto, los mozos del pueblo habían salido en pandilla, entre ellos dos hermanos míos, los mayores, se desplazaron al pueblo más cercano que tenía taxi, de ese lugar, en varios viajes se trasladaron a un pueblo de montaña que celebraba sus fiestas patronales. Juerga completa, las zagalas del pueblecito no perdían baile con los recién llegados. Entre pieza y pieza se reunían en la barra del bar para el cambio de impresiones, todos  quedaban con una chica, de esa parecía que todos iban a echarse novia, los ocho estaban encantados con la chica que bailaban. Antonio mi hermano, bailaba con una real moza, ella le reía las gracias, hablaban y hablaban….. Toda banalidad, halagos y buen entendimiento, se citaron para el próximo domingo. Con buen criterio, ella le puso en aviso de lo  que podía ocurrir, lo más probable era que tuviesen problemas con sus vecinos, todos les miraban con ganas de pelea.
        Los ocho amigos, de acuerdo con las mocitas, salieron del baile un poco antes del fin de fiesta, ellas  siguieron bailando para disimular, solo se dieron cuenta unos zagales, les esperaban en una esquina del callejón, armándose la marimorena, puñetazos, guantazos , empujones, todos salieron en diferentes direcciones según lo acordado, consiguiendo disgregar a los atacantes, según la consigna, detrás del bar de Delfino les esperaba Pepe Zapico  con su furgoneta de taxista, entendido en estas reyerta, llegaron siete, con algún desgarro, algún mamporro, pero todo con alegría , era el pan de todas las semanas. Tardo algo más en llegar Cándido, al fin apareció mojado de rodillas hacia abajo, zapatos empapados, tuvo mala suerte, salió con  la confusión hacia el reguero, como le perseguían dos, cruzo por el agua, quedando hecho un adefesio.
          Al fin todos en la furgoneta taxi, partieron hacia el pueblo. La parada se hacía siempre al lado del bar, se bajaron, pagaron al taxista dándole las gracias, todos a tomar la despedida y cada mochuelo a su nido. Esa noche del mes de Agosto, era calurosa pero muy oscura, estaba nublado, no se veía a más de tres pasos de distancia. Se despidieron de sus compañeros que partían en otras direcciones, mi hermano Antonio, Tino y Cundino se alejaron por la carretera general, cundino empezó a contar fabulas de miedo, apariciones de muertos, le reían sus bromas, dándole empujones amistosos pidiéndole cambiar de tema, el dale que dale, fulano no creía en las apariciones…. Pero saliendo un día al anochecer de su casa se le apareció un difunto que se llevaba mal con él, intento arrastrarle hacia el abismo, nuevas risas, más bromas y pedirle que se dejase de contar historietas.
         Hay un muro en la carretera, preparado para soportar el desnivel , termia en su parte superior con cemento, lugar donde muchas personas aprovechaban para sentarse un rato y descansar, esa noche , sobre el muro, se dibujaba una silueta, los amigos con sus peroratas no se percataron de ello, cuando más ensimismados estaban escuchando chanzas de miedo , sonó una voz en la oscuridad, “compran avellanas hoy”, los mozos sorprendidos, sobresaltados,  aligeraron el paso, viendo como la sombra se acercaba a ellos se pusieron a la defensiva…. Silenciosa, diminuta, con su cesto de avellanas, con toda naturalidad apareció Adelina, volviendo a espetarles “compran avellanas hoy”. Entre sonrisas se acercaron a ella, Tino el más avanzado se dirigió a ella….Adelina casi nos matas de infarto.
  PD. Hoy sé que Adelina está en el cielo, entre las nubes del bien va diciendo a todos “Compran avellanas hoy”. Adelina estas en nuestros corazones.

                   J. Ordóñez. Salinas 2.015

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