COMPRAN AVELLANAS HOY.-
Era
un día frio del mes de Febrero del año 1950. Había cumplido seis años, a esa d
se escolarizaba, mi madre con su mayor ilusión me preparó mi maletita de
cartón, dentro llevaba un abecedario, pizarra, pizarrín y un lápiz, eso era
todo; había protestado lo mío, el
abecedario lo sabía de memoria en realidad ya leía tebeos, el Capitán
Trueno era mi favorito, un vecino mayor tenía
una buena colección de ellos, había puesto todo mi empeño en aprender a leer,
para comprender lo que decían los pequeños dibujos y letreros , con dificultad
pero leía.
En esa mañana fría, salimos mis hermanos
y yo de casa camino de la escuela, los dos mayores iban charlando de sus cosas
yo les seguía a unos metros detrás, de vez en cuando le atizaba una patada a
alguna piedra al fin de llamar la atención, imposible como si fuera invisible.
Mi primer día de escuela fue muy
tirante, mis amigos del pueblo, ellos un poco mayores, se reían de nosotros,
los dos nuevos Carlitos y yo, nos trataban como a tontos, éramos amigos en la
calle y aquí en la escuela se pavoneaban, ellos eran más sabios, cuando el
maestro me puso delante del abecedario, se quedaron impresionados, lo sabía de
carretilla. Al final del día el maestro decidió pasarme al escalón siguiente,
me sentí elevado al máximo, era un triunfo en ese escalón estaba mi hermano
mayor que yo.
La vuelta de la escuela me arreglé
como pude, mis hermanos mayores se fueron con sus amigos, yo acompañado por los
pardillos de mi edad que íbamos en la misma dirección, pude llegar a casa sin
más complicaciones, nosotros vivíamos un poco alejados del pueblo en una
pequeña quintana.
Los días pasaban con alegrías y
tristezas, regresaba de la escuela, solía hacerlo en un grupo donde iban mis
hermanos algo mayores que yo. Venia enfrente de nosotros una buena mujer que
tenía fama de loca, ADELINA, ese era su nombre, los mayores me mandaron
saludarla con el brazo extendido la mano abierta diciéndole viva Franco., ni
corto ni perezoso fui hacia ella saludándola según la consigna recibida, todos
empezaron a reírse a carcajada, en ese momento me di cuenta de la tomadura de
pelo, me quede delante de ella con la respiración contenida., la buena mujer me
miro, sonrió y metiendo la mano en su cesto de avellanas tostadas que llevaba
para su venta, me dio unas pocas, metiéndomelas en el bolso del pantalón , yo
seguía asustado, me acarició la cabeza y dando la vuelta dijo “ compran
avellanas hoy”. Desde ese momento sentí un gran aprecio hacia su persona. Nunca
más volví a molestarla, al pasar cerca de ella le daba los buenos días. De vez
en cuando, cuando iba solo se acercaba me miraba y me daba un puñado de avellanas.
Comprendí su forma de reaccionar más
tarde, esa buena persona, vivía en Barcelona,
su casa fue bombardeada cuando la contienda civil, culpaba a Franco de
la pérdida de su domicilio.
Mis compañeros seguían molestándome
con el saludo Franquista, a alguno de ellos le quedó la prueba en una pedrada
en la cabeza.
Actualmente nos tomarían por locos,
pero en aquellos tiempos los mozos de los pueblos armaban algarradas con los
foráneos, el fin era intimidarlos para que no volviesen, de esa forma se hacían
con las mozas del pueblo, me recuerda el proceder del macho dominante, ellos
pensaban que las chicas eran de su propiedad, primero los del pueblo, si
sobraba alguna podía ser recuperada por los foráneos. A las mozas hartas de ver a sus vecinos se desvivían por los
forasteros, la novedad algo normal. Mis vecinos, aguerridos mozos, salían en
pandillas, supervivencia pura en caso de pelea. Transcurría el baile con
pequeñas incidencias, resueltas la mayoría de las veces con la intervención de
la pareja femenina del momento, al fin del baile si alguien pretendía acompañar
a la conquista empezaba el drama, acompañar y salir corriendo al punto de
encuentro de la pandilla, todo con rapidez.
Era muy normal a altas horas de la
noche ver a pandillas de mozos cantando, riendo por las carreteras y caminos
vecinales, contando aventuras, medias verdades y mentiras sobre sus cortejos.
Iban y venían juntos fin de hacer frente
a los muchachos del pueblo, final del baile, algarrada, huida y a juntarse en
el lugar señalado, volviendo juntos al pueblo. Es difícil comprender hoy esas
actuaciones, pero no había televisión, el teléfono uno en cada pueblo, la radio
en casa del médico y cuatro más, el cuerpo de los jóvenes, pide juerga……
Nadie se lleve a engaño, disfrutaban
más que nuestros jóvenes con sus móviles, coches y demás artilugios que les
acompañan, en esa época había mucha camaradería, cambio de impresiones con sus
discusiones en opinión y todo tipo de actividades, bailes, deporte era
normal ver a cantidad de mozos con sus
tertulias, hasta había algún intelectual que leía y mucho.
Era el mes de Agosto, los mozos del
pueblo habían salido en pandilla, entre ellos dos hermanos míos, los mayores,
se desplazaron al pueblo más cercano que tenía taxi, de ese lugar, en varios
viajes se trasladaron a un pueblo de montaña que celebraba sus fiestas
patronales. Juerga completa, las zagalas del pueblecito no perdían baile con
los recién llegados. Entre pieza y pieza se reunían en la barra del bar para el
cambio de impresiones, todos quedaban
con una chica, de esa parecía que todos iban a echarse novia, los ocho estaban
encantados con la chica que bailaban. Antonio mi hermano, bailaba con una real
moza, ella le reía las gracias, hablaban y hablaban….. Toda banalidad, halagos
y buen entendimiento, se citaron para el próximo domingo. Con buen criterio,
ella le puso en aviso de lo que podía
ocurrir, lo más probable era que tuviesen problemas con sus vecinos, todos les
miraban con ganas de pelea.
Los ocho amigos, de acuerdo con las
mocitas, salieron del baile un poco antes del fin de fiesta, ellas siguieron bailando para disimular, solo se
dieron cuenta unos zagales, les esperaban en una esquina del callejón,
armándose la marimorena, puñetazos, guantazos , empujones, todos salieron en
diferentes direcciones según lo acordado, consiguiendo disgregar a los
atacantes, según la consigna, detrás del bar de Delfino les esperaba Pepe
Zapico con su furgoneta de taxista,
entendido en estas reyerta, llegaron siete, con algún desgarro, algún mamporro,
pero todo con alegría , era el pan de todas las semanas. Tardo algo más en
llegar Cándido, al fin apareció mojado de rodillas hacia abajo, zapatos
empapados, tuvo mala suerte, salió con
la confusión hacia el reguero, como le perseguían dos, cruzo por el
agua, quedando hecho un adefesio.
Al fin todos en la furgoneta taxi,
partieron hacia el pueblo. La parada se hacía siempre al lado del bar, se bajaron,
pagaron al taxista dándole las gracias, todos a tomar la despedida y cada
mochuelo a su nido. Esa noche del mes de Agosto, era calurosa pero muy oscura,
estaba nublado, no se veía a más de tres pasos de distancia. Se despidieron de
sus compañeros que partían en otras direcciones, mi hermano Antonio, Tino y
Cundino se alejaron por la carretera general, cundino empezó a contar fabulas de
miedo, apariciones de muertos, le reían sus bromas, dándole empujones amistosos
pidiéndole cambiar de tema, el dale que dale, fulano no creía en las
apariciones…. Pero saliendo un día al anochecer de su casa se le apareció un
difunto que se llevaba mal con él, intento arrastrarle hacia el abismo, nuevas
risas, más bromas y pedirle que se dejase de contar historietas.
Hay un muro en la carretera, preparado
para soportar el desnivel , termia en su parte superior con cemento, lugar
donde muchas personas aprovechaban para sentarse un rato y descansar, esa noche
, sobre el muro, se dibujaba una silueta, los amigos con sus peroratas no se
percataron de ello, cuando más ensimismados estaban escuchando chanzas de miedo
, sonó una voz en la oscuridad, “compran avellanas hoy”, los mozos
sorprendidos, sobresaltados, aligeraron
el paso, viendo como la sombra se acercaba a ellos se pusieron a la defensiva….
Silenciosa, diminuta, con su cesto de avellanas, con toda naturalidad apareció
Adelina, volviendo a espetarles “compran avellanas hoy”. Entre sonrisas se
acercaron a ella, Tino el más avanzado se dirigió a ella….Adelina casi nos
matas de infarto.
PD. Hoy sé que Adelina está en el cielo, entre las nubes del bien va
diciendo a todos “Compran avellanas hoy”. Adelina estas en nuestros corazones.
J. Ordóñez. Salinas 2.015
Preparado para publicar.
Como me prestó Jesús
ResponderEliminarGracias Monse. Un saludo.
Eliminar