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martes, 20 de diciembre de 2016

LA EXPERIENCIA

     


     Asin, estaba sentado sobre un pequeño montículo, era el atardecer de un día sobre las tierras africanas, el sol rojizo se retiraba, dando al paisaje un colorido indescriptible, era verdaderamente hermoso. Hacia un largo tiempo que había abandonado su tribu, dejando familia y amigos, no era capaz de soportar que los más viejos y desvalidos de su clan, fuesen quienes aconsejaban en todos los temas, mientras los jóvenes vigorosos, buenos cazadores, en resumen quienes aportaban el alimento a sus habitantes, fuesen apartados de los consejos y decisiones. Pretendió buscar apoyos entre los compañeros con el fin de hacerse con el poder, todo inútil, no solo no lo consiguió, sino que en un consejo del jefe y los ancianos decidieron hacerle salir de la comunidad hasta que rectificase y se arrepintiese.
    
     Un día se vio en la selva, solo con un pequeño hatillo y sus armas de caza, durante varios días se dedicó a cazar y recorrer distancias sin sentido, así fue como se fue acercando a una manada de elefantes, paso los siguientes días observándoles, el macho dominante siempre en guardia, las hembras preocupadas por la alimentación y cuidado de sus crías, una de ellas la que parecía más vieja, daba la impresión que era la que sabía el lugar al cual se tenían que dirigirse tanto para comer como para beber.

    Entre los machos jóvenes, parecía haber un revuelo, como si no estuviesen de acuerdo en la dirección actual de la manada, el más fuerte y dispuesto, se enfrentaba tímidamente al jefe del  clan, al verse dominado, se apartaba hacia la parte de la  donde no estuviese expuesto a la cólera del macho dominante.
    Una hembra joven intentaba lo mismo contra la matriarca que dominaba, cuando molestaba más de lo necesario, la hembra dirigente se enfrentaba a su subordinada, la cual se apartaba hacia los sitios más alejados de ella.

    Asin contemplaba sombrado, como en el reino animal, los más jóvenes  querían hacerse con el poder. Lo mismo había pretendido él, le parecía que lo normal  era que los que físicamente tuviesen la capacidad de correr más, avanzar mejor y defenderse, tendrían que ocupar la dirección de la manada o de la tribu.
    Durante un periodo largo hizo seguimiento del clan de elefantes. Su gran sorpresa fue cuando un día, el joven macho, en un alarde de movimiento eliminó al macho dominante. La hembra también desbancó a la matrona de la manada.

    Todo parecía ir bien, los puestos fueron ocupados por los más jóvenes, los viejos de la manada se retiraron, decidieron continuar cada partida por su lado. Durante la época de abundancia los jóvenes retozaron a sus anchas, bien comidos, con movimientos más agiles, avanzaron por parte del territorio.

   Asin seguía intrigado a la manada más joven. Llegados los calores del verano, empezó la escasez de la comida y del agua. Los agiles animales iban quedando famélicos y sedientos, no sabiendo cómo enfrentarse a tan nefastas consecuencias, vagaban desnutridos, deshidratados por todo lo que era antes un vergel y en la actualidad no tenía vida. En su vagar por las tierras, ahora desconocidas e inhóspitas.

   Al cabo de mucho tiempo,  pareció verse en medio del espantoso desierto un lugar con  vida, posibilidad de agua y algo de pasto. Al acercarse, distinguieron sobre la parte más visible, la silueta del macho dominante, en muy buen estado de salud, a sus alrededores los machos y hembras que habían partido cuando ellos consiguieron el poder, con una ralea de pequeños individuos nacidos en el espacio de tiempo, todos bien alimentados y bebidos.

   Los recién llegados, con humildad se fueron acercando a la manada, sometiéndose al dominio de los elefantes dueños moradores del lugar.

   Asin, comprendió en aquel momento cuál era su error. Nunca valoró la experiencia de sus mayores, solo se fijó en su debilidad física. Arrepentido decidió regresar a su tribu, pedir humildemente perdón, situándose en el lugar que le correspondía, tiempo tendría después de adquirir experiencia y sabiduría de dirigir con habilidad y buen saber a los demás.

    MORALEJA-La vida da experiencia y sabiduría, los pueblos que no acepten eso terminaran sin su mayor tesoro, la experiencia.
                                    J. Ordóñez. Salinas 2.0

CONCILIO DE COYANCA


Por el Año 1055 de Nuestra Era
En El Nombre Del Padre Y Del Hijo Y Del Espíritu Santo

    Yo, el rey Fernando y la reina Doña Sancha. Para la restauración de nuestra cristiandad, hemos celebrado concilio en Castro Coyanca en  la diócesis ovetense, con los obispos y abades y magnates de todo nuestro reino. En el cual concilio estuvieron presentes; Froilán obispo de Oviedo, Cipriano de León, Diego de Astorga, Siro de la sede palentina, Goaiz de Calahorra, Juan de Pamplona, Pedro de Lugo y Cresencio de Iría
     Dese un monasterio a las afueras de la ciudad de Oviedo, se preparaba todo lo necesario para la salida de la comitiva con destino a Coyanca, donde el rey Fernando I haría concilio con los obispos, la nobleza y  abades de su reino, al fin de solventar todas las diferencias existentes en todo su reino. El obispo Froilán de la diócesis ovetense presidiría la parte eclesial del concilio.
    En el sequito que iría al frente de toda la comitiva del primer reino, estaban el obispo Froilán, abades, teólogos, frailes de toda índole, estudiosos de las escrituras sagradas y gran parte de la nobleza astur.
      Al frente de la intendencia, estaba el sobrino predilecto del obispo Froilán, d. Felipe que así se llamaba. Era in joven de veintitrés años, rubio, alto y fornido, de rostro agradable y modales instruidos. La obra maestra de su tío, que soñaba con que su pariente tomase los hábitos y se dedicase a la vida clerical.
       Durante el camino se unían a la comitiva clérigos y nobles caballeros, llamados a tan grande acontecimiento del reino en el castro de Coyanca. Transcurridas  las primeras etapas, haciendo parada al anochecer, en las posadas de los pueblos o en cenobios habidos en el camino, la sexta jornada de su salida empezó la subida del puerto hacia las tierras de la meseta.
       Había sido una jornada dura, los carros, carretas, los mulos, caballerías, sobre todo el personal estaban totalmente agotados. En un pequeño poblado de servicio y vigilancia, al lado de una laguna o lago, junto a un rio rápido, se decidió por parte de la jerarquía acampar una semana, con el fin de reponer fuerza y preparar el tramo  hacia la capital leonesa, donde se les esperaba, para que en compañía de sus Altezas, viajar al lugar de destino. Don Felipe se instaló en una pequeña casa al lado de la torre, donde se hospedarían el prelado y sus colaboradores más próximos.
        En la parte alta de la fortaleza vivía D. Ramiro, un leal servidor de su señor y Rey Don Fernando. D. Ramiro hombre  de pocas luces, acostumbrado a manejar la espada más que el latín. Su esposa, Dña. Leonor, mujer muy culta, preparada por su familia para ocupar mejores posiciones, al fin caso con D. Ramiro  y su hija Dña. Narbola, de gran belleza y cultura esmerada. Su madre preocupada por su futuro, había volcado en ella todas sus ilusiones, esperando con ello tuviese mejor suerte que la suya.
        Al anochecer, en los largos días del mes de mayo, los señores de la torre invitaban a sus huéspedes a una pequeña tertulia en una de las salas habilitadas para ese menester.
        Hacía mucho tiempo que no había tanta grandeza de visita, el reverendísimo obispo de Oviedo, señor de los Valdés, familia del más alto linaje de la nobleza astur, su sobrino, cinco nobles, cuatro abades y varios caballeros.
       Dña. Leonor se movía entre todos ellos con forma y pulcritud. Su hija, Dña. Narbola, apenas osaba mirar al frente a los ilustres señores, solo de soslayo se fijaba en D. Felipe. Sentía una gran fascinación por el joven, sabia por su intuición que él sentía lo mismo.
        En esos días,  procuraron hablarse, intimidar y adorarse, como es de esperar entre dos jóvenes con su gran atracción. Se despidieron con promesas y formalidades, esperando los dos que sus ilustres familias comprendiesen y fuesen proclives a su unión y con ella la de sus linajes.
        Al amanecer del jueves, día de partida de la comitiva con destino a la llamada real para asistir al concilio, Dña. Narbola paseando entre carruajes, carretas, caballos y soldadesca, curioseando y escuchando cuanto llegaba a sus oídos, con poco fruido y mucho sigilo; el destino quiso que escuchase, tras unas carretas, una conversación, donde dos soldados de graduación, se reían del amorío de ella con D. Felipe, dando por sentado que era uno de los flirteos del muchacho, porque su tío tenía más altas pretensiones para su futuro. Desolada se retiró a la fortaleza. Lloró profundamente. Esperó que la caravana se pusiese en marcha, desde las almenas de la torre, con sus ojos húmedos, vio partir a D. Felipe, con dolor por el engaño sufrido. Días más tarde montando su corcel, salió de la fortaleza con destino al lago glaciar, que se hallaba en una hondonada de unos picos que rodean el pueblo, se quitó la ropa y lentamente se metió en las profundas aguas.
      Buscando por todas partes, al fin encontraron el corcel y las vestimentas de la muchacha a las orillas del lago. La desolación fue total en toda la comarca. Dña. Narbola, la esperanza de la fortaleza, se había ahogado.
      Jornadas interminables, sus altezas D. Fernando y Dña. Sancha, finalizado el concilio, partían hacia Sahagún a descansar unos días antes de regresar a palacio. D. Froilán ultimaba todos los preparativos para su salida hacia el reino astur, su sobrino D. Felipe le había comunicado su decisión de casar con Dña. Narbola. El prelado, después de un rato d oración, había autorizado esa unión. La muchacha era muy religiosa, culta y hermosa, partido suficiente para gente de gran nobleza.
        El regreso se hizo por etapas, como a la ida. En la capital de león se recibió la triste noticia del ahogamiento de la joven, algo inusual en el prelado fue depositar unos besos en las mejillas de su sobrino. En la fortaleza de Montes Altos, el luto era riguroso, no había consuelo para Dña. Leonor y d. Ramiro. El obispo Froilán les comunico las intenciones de su sobrino. Dña. Leonor, con la mirada triste y lejana, ojos aguados, abrazo profundamente a D. Felipe.
      Traspasada la barrera de las montañas, camino de Oviedo, en el monasterio de San Martin, D. Felipe, con la bendición de obispo, quedó de novicio. Dicen las crónicas que llego a ser el abad y que solo había grandeza, misericordia y amor hacia los demás, siendo tenido por el pueblo como un verdadero santo.
      En días recios de aire fuerte, el pozo donde se ahogó la doncella, dicen que brama. Los vecinos de ahora me han jurado que es el canto de Dña. Narbola.
       Moraleja-. Amigos nunca hagáis críticas sin saber, porque pueden producir daños irreparables.
J. Ordóñez (Salinas 2011).
       

LA SONRISA TRISTE DE DOÑA GONTRODO


Habían sonado las trompetas en la torre-fortaleza de San Martín de Souto. Había nacido una hija de los
Señores de Aller. La pondrían por nombre Gontrodo, en recuerdo de sus antepasados.
    
Una niña despierta, juguetona. En su infancia, acompañada de sus cuidadores y de su madre, todos  los días se acercaba al monasterio de San Martín, de la orden benedictina, para oír misa.

La niña de tez blanca, cabellos rubios, ojos claros, viveza en su rostro, iba saludando a todos los siervos que cruzaban en el camino, con sonrisa y su frescura. Así fue creciendo en belleza, viveza y cultura.
     
A sus dieciséis años, hablaba romance, latín, francés y occitano. Se movía perfectamente por todos los círculos del reino Astur. Su familia, de la vieja nobleza, estaba emparentada y descendía de la realeza. Codiciada por las mejores familias para su matrimonio, ella solo tenía ojos para un pariente lejano, de Nava, chico de joven rostro, divinamente atractivo para ella.
     
Era la primavera del año de gracia de 1.147, la niña estaba alegre, dicharachera. Los parientes de Nava estaban en camino a la fortaleza de sus padres en San Martin de Soto, su primo lejano, a quien conocía desde la infancia, llamado Fruela, estaría por estos lares una pequeña temporada, cazando y divirtiéndose en familia, como era costumbre en la época.
     
Solo en los veranos, las familias de la nobleza efectuaban encuentros. El buen tiempo les ayudaba en sus traslados. Al ser los días largos, se aprovechaban al máximo para ejercitar al aire libre, conocerse sus vástagos, formando nuevas alianzas y con casamientos.
      
Un día gris, pero sin lluvia, apareció la caravana de carretas tirados por bueyes, soldados, literas y demás enseres que acompañaban a la comitiva en la visita a sus parientes y amigos.
      
Gontrodo, muy feliz, recorría las almenas de la torre-fortaleza con el fin de avisar de la llegada de la comitiva.
      
Entre los caballeros creía ver a Fruela, no estaba segura, pero le parecía entre todos, el más gallardo.
      
La caravana se fue acercando al poblado, haciendo parada en el monasterio. A la entrada del cenobio la comitiva fue recibida por el abad, Fray Prismicio, los señores y su sequito dieron gracias al Altísimo por su espléndido viaje, pidiendo al Todopoderoso una agradable estancia y feliz regreso.
      
Dos horas más tarde, a la entrada de la fortaleza del castillo, eran recibidos por sus parientes los Señores de Aller, su hija y demás familia y servicio.
      
Esta fue la última vez que Gontrodo y Fruela pasearon, se ilusionaron naciendo en ellos el amor adolescente.
      
Había movimiento de soldados, carretas, caballeros. Era de todos conocida la inminente llegada de Don Alfonso VII el emperador – rey de Asturias, León y Castilla. Su reino llegaba hasta la antigua capital goda, Toledo.
      
En el palacio de la fortaleza, se habían preparado todo tipo de comodidades, siendo el lugar donde el ilustre huésped se acomodaría.
      
El orbayu caía lentamente sobre el paisaje montañoso de Aller; los heraldos cabalgaban anunciando la llegada del emperador; la nobleza fiel a D. Alfonso de la comarca, en pleno, esperaba en el patio del monasterio de San Martin; damas, caballeros, servidores, clérigos y demás, sobresalía la belleza y encanto de una adolescente, radiante, hermosa, Doña Gontrodo, hija de los Señores de Aller.
         
El emperador saludaba a todos con indiferencia, con el rostro cansado por una larga jornada de viaje. Sus ropas esplendidas, algo sucias por la cabalgata. Su pelo rojizo, sonrisa forzada y sus ojos atrevidos y perspicaces se fijaron largamente en el rostro angelical de doña Gontrodo, La adolescente al sentirse observada bajó la su mirada al suelo, sonrojándose sus mejillas.
         
Desde ese momento, el emperador hizo llamar al señor de Aller, largas conversaciones, promesas, nuevos títulos, compra desesperada de un alma angelical.
         
 El padre Prismicio vio con amargura las lágrimas en unos ojos tristes en el rostro de Dña. Gontrodo. Sus ojos alegres de adolescente se habían convertido en desesperanza, se había hecho mujer. Perdida la ilusión, sólo tristeza, dolor y amargura….
      
Al llegar el mes de Agosto, el séquito imperial se puso en marcha hacia la corte de León. Gontrodo, con alivio, vio partir el cortejo real. Meses más tarde dio a luz una niña, a la cual llamaron Dña. Urraca, conocida en la historia como Dña. Urraca la asturiana. Reina de Navarra y regente en Asturias, con título de reina.
       
A petición de Dña. Gontrodo, al arrebatarle a su hija, la infanta Dña. Urraca, para ser educada en palacio y corte por su tía Dña. Sancha, el rey Alfonso donó las tierras de su propiedad, junto la ciudad de Oviedo, a Dña. Gontrodo, la cual fundó el monasterio de Santa María de la Vega. Allí, con la oración y la paz, dicen sus contemporáneos que volvieron a sonreír los ojos de Dña. Gontrodo, esposa y abadesa del único y gran señor.
            J. Ordóñez – Salinas 2010.

sábado, 27 de agosto de 2016

De Pobre a Rico y de Rico a Pobre

DE POBRE A RICO Y DE RICO A POBRE






De regreso por la antigua carretera de Aller, me he tropezado con el llamado chalet de D sabino. Una construcción con cierta gracia. Con su pequeña torre  mirador. Su almohadillado en la fachada. Sótano con planta y el mirador, que se levanta altivo, dándole al edificio una gracia especial.

        Recuerdo con especial cariño, a la esposa de D. Sabino, siempre fue muy cariñosa con el niño que le vendía la arena para fregar la chapa de la cocina. Un servidor y mi hermano, éramos expertos en arena, sacada de las piedras que existían en el rio, hay algunas, no todas son válidas para ese menester. El noventa y nueve por ciento de ellas  no son propias para dicha ocasión, solo son buenas las que pueden desintegrarse, tienen forma de arenisca, yo era un experto en su busca. Mi hermano era un manitas para hacer un remolque, con un cajón y unas ruedas hechas de madera, con un eje de hierro, allí estaba el artilugio. A la mañana lo llenábamos de arena y a la calle a venderla, un real el bote. Buen negocio, solíamos  venderlo completo.

        Todas las semanas me hacia el pedido, charlaba un rato conmigo, haciéndome muchas preguntas sobre mi actividad empresarial. Su porte señorial era muy agradable, de mediana estatura, un poco entrada en carnes, con su forma especial de pronunciación,(supongo por su acento Colombiano). Muy amable, tratándome como a una persona mayor, la recuerdo con mucho cariño.

       Toda la historia empezó años atrás. Sabino, un mozo del pueblo, salió un día con su maleta pequeña de madera, con poco ajuar y mucha ilusión a tierras Americanas. Visitó varios países del continente, afincándose al fin en una propiedad de un terrateniente, enormes extensiones de tierra, con todo tipo de plantaciones y ganadería. Trabajando en cuanto era menester, llegando al cabo de unos años a convertirse en el capataz de la propiedad. Chico con capacidad de aprendizaje, inteligente y de buen ver.

      La familia dueña de la vasta propiedad, no vivía en ella, solo pasaba temporadas, tenía  muchos más negocios de todo género, ese era casi, algo bien visto en la sociedad en que desarrollaba sus actividades. El matrimonio, con dos hijos  y una hija, llegado cierto momento del año, se marchaban a la finca pasando en ella una temporada, vigilando de cerca el desarrollo de la actividad y funcionamiento de su propiedad.

       En una de esas estancias, fue cuando la hija, llamada Clotilde, se fijó en el capataz, todo empezó, con miradas y cortas conversaciones. Ese primer año solo fueron pequeños devaneos a escondidas, al año siguiente se complicó algo más, en su marcha hubo cambio de direcciones, con el fin de cartearse durante la larga temporada que la familia pasaba en la ciudad, todo en la máxima ocultación de la familia. Ese año Dña. Clotilde decidió abrir la información a su familia, todo se complicó alarmantemente, en unos días, padres e hija, abandonaron la finca, regresando a la ciudad.

      La tozudez de la muchacha en seguir con Sabino fue total, por decisión familiar la muchacha marchó a casa de una tía que vivía a una distancia prudente, pretendiendo con ello distraerla y hacer que sentase la cabeza. Todo fue en vano, al cabo de  unos meses, la tía anuncio a su hermano de la depresión que tenía la chica, negándose a comer y a salir de casa. De vuelta al domicilio paterno, no hubo nada que la convenciese de la necesidad de olvidarse de su enamoramiento. La familia la mantuvo en la ciudad, esperando que la distancia la llevase al olvido, todo fue inútil. El miedo a que su enfermedad, ya que seguía comiendo poco y aislándose, les llevo a pensar seriamente en el consentimiento de su casamiento con su capataz.

     Para una familia de terratenientes de la alta burguesía, que esperaban casar a su hija adorada, con alguien de su posición, se verían degradados a soportar una humillante boda con un español, emigrante y empleado de su finca. Sopesando todos los inconvenientes, tomaron la decisión de proponer a su hija  la aceptación de la unión siempre y cuando el nuevo matrimonio quedaría en la finca, no mezclándose en los asuntos y negocios de sus empresas, llevados desde siempre desde la ciudad de Bogotá.

     Sería una fiesta de enlace en la máxima intimidad, solo asistirían los familiares y los más íntimos amigos. Se celebró en la capilla de la finca, una ceremonia sencilla, la novia estaba radiante, elegante y muy alegre, el novio se mantuvo a la altura de las circunstancias

     Los días transcurrían en la propiedad, el nuevo matrimonio se sentía muy feliz, como se dice vulgarmente, sobre ruedas. La familia le hizo entrega a los recién casados de una pequeña propiedad, en la frontera de su inmenso territorio. Sabino siguió encargado de la  finca familiar viviendo en la mansión, teniendo que administrar y trabajar también la pequeña finca donada por la familia de su esposa, digo pequeña finca, comparada con la enorme extensión de tierra, difícil de recorrer en tres días a caballo

     Pasaron algunos años, la finca administrada por Sabino, desarrollaba una buena actividad, rindiendo unos buenos dividendos a los fondos familiares, era un buen gestor y muy capaz con los obreros. La finca del matrimonio, tenía una rentabilidad increíble, a la familia bien informada de todo por personas afines a sus interese, sabían que  los grandes beneficios de la parcela, era por la utilización de herramientas y mano de obra de la propiedad de las empresas familiares. Nunca se puso ningún impedimento a dicha utilización, solo se tenía en cuenta la rentabilidad de esa extensa propiedad  la cual doblaba todas las previsiones anteriores.

   Con bastante rapidez, el capital del español fue aumentando, en diez años se podía decir que no era rico, pero se acercaba a ello. Sabino había decidido y convencido a Dña. Clotilde, que en unos años podían marcharse a España y vivir holgadamente del capital ahorrado, mantenerse en su país de origen como señores viviendo de sus rentas. Hablaba maravillas de su tierra, verde como está pero con un clima más liviano, la señora empezó a sentir también necesidad de aquella tierra de promisión.

    Unos años más tarde, con un buen capital, decidieron plantear el proyecto a la familia, los padres y hermanos  de la señora, no salían de su asombro, ¿cómo iba a marchar Clotilde tan lejos de la tutela de su familia?, eso era imposible, para ellos, la niña no estaba preparada para enfrentarse a ese cambio tan drástico. Otra vez la terquedad de Clotilde salió con la suya. Los trámites fueron minuciosos, la familia les compró la parcela que les pertenecía, dándoles aparte una buena suma de dólares, como parte de la herencia, que el día  de mañana le podría corresponder como parte de negocio familiar. Realmente eran poseedores de una verdadera fortuna.

    La despedida fue celebrada en familia con una fiesta, asistieron todas las amistades de Clotilde, sus padres hermanos y demás miembros del entorno más íntimo. Al final del ágape, sus padres les hicieron entrega del pasaje a España, Sabino saborearía un viaje de vuelta, cargado de baúles, con la  comodidad de volver rodeado de lujos. Dña. Clotilde como desde ese momento seria llamada, con su saber moverse en sociedad fue captado la atención de todos los pasajeros, Sabino se mantuvo a la altura de las circunstancias, poco hablar y mucho escuchar, forma muy adecuada para pasar desapercibido, siempre correcto y amable con todo el mundo

   Ya en España, en la ciudad de la Coruña, empezó el incumplimiento de todas las promesas hechas. Estuvieron en esa ciudad tres meses, en ellos el nuevo rico, se buscó una amante, de color dorado, mestiza, de una belleza caribeña. Sus andanzas por los lugares de la ciudad, su desatención a su esposa la cual empezó a calcular cuál sería su futuro, como verdadera señora de su época, se mantuvo siempre en el lugar que dada su educación creía ser su deber.

    Decidida la marcha hacia el lugar donde asentarían su residencia, Dña. Clotilde respiró aliviada de la marcha del lugar donde había sido tan infeliz, como enamorada, creyó que regresando al paraíso pintado en su tierra por su marido, volverían las aguas a su cauce. A si fue como llegaron al pueblo allerano de Soto, lugar de nacimiento de su marido. El pueblo le pareció hermoso, lo menos apetecible fue conocer a los hermanos de su marido, Vivian casi de la mendicidad, su esposo no les prestó la mínima atención, les arrojó unas monedas y si te he visto no me acuerdo.

     En pocos días se compró una buena finca a la orilla del rio y se empezó el papeleo par la construcción de una hermosa casa, hoy la he visto a mi regreso por la carretera vieja. Mucho gusto y mucho dinero invertido en la hermosa construcción, coche de lujo y todos los enseres necesario para amueblar tan lindo hogar, escogidos por la señora, formada dentro de una familia, con exquisito gusto, mamado durante generaciones.

     Al fin de demostrar su poderío económico, D. Sabino, ahora todos los parroquianos que antaño fueron sus compañeros de escuela y pillerías, no dudaron un momento en aplicarle el don, ganado en ello pago de buenas comilonas e invitaciones.

    Transcurría el tiempo con su monotonía, fiestas y comilonas, juegos de cartas hasta altas horas de la madrugada, con los más prestigiosos señores de la localidad, en esa época Vivian en el pueblo, descendientes de familias con títulos, había una fábrica de quesos en el pueblo y los palacios de la familia Rubín de Celis. Los señores de la torre habían vendido la propiedad, ocupada  en ese momento por la burguesía.

    Dña. Clotilde vivía apartada en su jaula de oro, dos muchachas del pueblo, limpiaban y cocinaban, ella leía y hacia labores de bordado, aprendiendo a las señoras de los acompañantes de su marido, siempre en su puesto, con el reconocimiento de todo el mundo, por su buen saber estar.

    El desprecio D. Sabino, a los de clase humilde era continuado, se decía que marcando una parte de casas donde Vivian sus pelotas, a los demás vecinos decía que éramos hijos de Lenin. En un momento de su caminar por los locales de juego y bebida, buscando unas almadreñas, que costaban dos pesetas prendió fuego a un billete de cinco, para encontrarlas en la oscuridad.

      Los viajes de D. Sabino, eran cada vez más frecuentes a la ciudad de la Coruña, con el cuento de mirar por sus negocios, la realidad era visitar a su amante mulata.

     Fue un mal gestor de sus ahorros, no supo encauzarlos hacia la conservación y aumento, fue manipulado por aprovechados, haciéndose ellos con dinero mermando mientras el capital de nuestro protagonista disminuyendo alarmantemente su patrimonio.

     La guerra civil, con sus continuas devaluaciones y los maquis, una banda de guerrilleros o bandoleros, todo dependiente del bando vencido o vencedor, termino con su total ruina. El matrimonio empezó vendiendo algunas propiedades, mal vendiéndolas a los amigos, mejor dicho banda de buitres carroñeros que aprovechándose del momento económico, terminaron desvalijando a los señores del chalet.

    La Sra. Clotilde intentó convencer a su marido su marcha a Colombia, todo imposible, él marcado por el fracaso no quiso escucharla, prohibiéndola pedir auxilio a sus hermanos.

    Hera un  día de verano, Dña. Clotilde, a la cual solo le quedaba una amiga, Dolores buena gente, siempre fue amiga y no aprovechada de comer el chocolate y las buenas pastas que les servían en la vivienda, en las tertulias por las tardes que durante todos los años de vivencia en Soto la familia daba con abundancia, se trasladó a casa de su amiga, rogándole que con la máxima discreción le enviase una carta a Colombia

    Todo el pueblo recuerda un día del mes de Octubre, cuando cuatro coches, de los llamados Cadillac aparecieron en el pueblo preguntando por el domicilio de Dña. Clotilde. De él bajaron varias personas, personándose en el chalet, fueron recibidos a la puerta con lágrimas de alegría por la Sra., abrazos efusivos al que resultó ser su hermano y saludos cordiales a los demás acompañantes. Ese mismo día fue llamada Dolores, la que nos refirió como no apareció D. Sabino y como se recogió el poco equipaje de la Sra. Con lágrimas en los ojos y un fuerte abrazo la comitiva partió hacia las tierras americanas.

     Poco se supo de D. Sabino en el pueblo, malvendió la casa que era la única propiedad que le quedaba y desapareció como una nube de verano.

     Me había trasladado a vivir a Avilés, con trabajos mejores y peores, vivía con mi hermana y su familia en Llaranes, no me recordaba ya nada de D. Sabino ni de ninguna de sus andanzas. Estando en un bar con unos amigos, se acercó a nosotros mi cuñado, señalándome un señor con traje deteriorado me comunicó que era D. Sabino, se dedicaba a la mendicidad, al decirle quien era yo, le había rogado que me acercase a él. En aquel momento reconocí al Señor que yo había conocido, lamentablemente deteriorado. Un saludo, su mirad se fijó en mis ojos, sus ojos cansados, vencidos, me habló de mis padres y de la buena gente que era. Pensé que no decía lo mismo cuando tenía grandezas. Le abone un bocadillo y media botella de vino. Fue el último contacto que tuve y supe de Él.

MORALEJA. Cuando tengas guarda. Si no mueves tu dinero con eficacia, no te servirá de nada. Es muy difícil ser pobre, pero más difícil es volver a pobre después de haber conseguido el cielo.

Dedico este escrito a cuantos hoy mayores han jugado a las canicas, a los cartones y las chapas. Fueron niños con privaciones, falta de muchas cosas, pero muy felices.


                      J. Ordóñez.     Salinas 2016

El Gran Inspector

LA CASA DE LA TORRE





En la mayoría de las culturas, existe un inspector, real o ficticio. En Cataluña, país no existente, tiene sus investigadores de ficción, igual que el país no existentes, Mortadelo y Filemón; he dicho, personajes no reales, inventados por un Catalán, no Catalán….ya que su autor es del resto de España…país si existente.

    Quien no recuerda a Serlo Jon, en su Londres, con su niebla, sus investigaciones policiales o al Gachés, inspector Francés, con gabardina, sus excentricidades, su inocencia tontorrona. En el resto de los países supongo que existirán diferentes tipos de inspectores. En España tenemos al gran inspector, D. Isidoro de las Altas Torres.

    En la comisaria de Oviedo, existía un gran malestar, del sur de España llegaba un inspector jefe para hacerse cargo de todo el departamento. Cinco buenos policías esperaban ser nombrados con el cargo. Todos muy buenos profesionales, todos con méritos suficientes, profesionales y personales.

    En ese clima aterrizó en la comisaria el Señor de las Altas Torres. Andaluz chichara chero, con buen humor, largo de sonrisas y corto de inteligencia y largo muy….muy largo de enchufe. En la comisaria se llegó pronto a la conclusión de su poca capacidad intelectual, su poca habilidad y su supino conocimiento en materia policial

   En un pueblo de Aller, apareció un vecino muerto al lado de la portilla de salida de su finca. Con la diligencia exigida, fueron avisadas las autoridades, se personó en el lugar el sargento de la Guardia Civil, con un número, un médico que dio el parte de defunción, todos a esperar la llegada del juez, para el levantamiento de cadáver; muchos parroquianos se presentaron en el lugar, el difunto era vecino. Su familia fue alejada a cierta distancia. El cadáver estaba lleno de sangre, no era lo más adecuado.

    De la comisaria de Oviedo, salió el inspector jefe, acompañado por un investigador muy calificado en asesinatos. El cadáver estaba en Cabañaquinta, sobre una mesa había un informe de la guardia civil, con todos los detalles sobre cómo fue hallado, posición del cadáver, muchos pequeños detalles que siempre son imprescindibles para conocimiento de todo el suceso.

   En el informe se relataba que el susodicho, tenía una herida profunda en el bajo vientre, producida por algo grande y de forma circular. Su fallecimiento se produjo por desangramiento. De haber sido cortada la hemorragia la victima  podría haber sobrevivido. El inspector jefe se dio la vuelta y dirigiéndose a su subalterno le espetó…..Paco este asesinato será resuelto en un periquete, empecemos los interrogatorios según el protocolo. Paco se quedó de una pieza, Señor inspector primero tendremos que esperar el veredicto del forense, es probable que sea un accidente.

    Según el forense, la herida había sido ocasionada por un asta de animal. De nuevo el S. De las Altas Torres, se dirigió al inspector……Paco póngase al habla con todas las dehesas, y plaza de toros, que sea investigados todos los hechos, hay que dar con el lugar. D. Francisco, miró con espasmo y curiosidad infinita al inspector jefe…….. Señalándole un almanaque que había en la instancia, un anuncio de una lechería…. Le insinuó con la mirada, la vaca en ella representada….Al fin todo comprendido inspector jefe, y inspector ayudante marcharon hacia la capital. El bochorno era total.

   Días más tarde llegó el traslado del gran investigador, él dejo dicho que se trasladaba a la comisaria de Sevilla. Se supo días después que en realidad fue enviado a Extremadura, exactamente a Corias, sede obispal, pueblo pequeño con pasados importantes. Nadie cree que allí exista más delitos que el robo de alguna oveja.

  MORALEJA.- SI PUEDES NUNCA RECOMIENDES A NADIE. DE NO SER POSIBLE, CERCIORATE DE QUE EL RECOMENDADO ES COMPETENTE, DE LO CONTRARIO QUEDARAS COMO CARRASCO EN ALMAGRO.

jueves, 21 de abril de 2016

El Curdubeyu

EL CURDUBEYU


Habitat del Curdubeyu

En todos los pueblos que se precien, existen personajes y en mi pueblo, no podía ser menos.
Hoy amigos, voy a rememorar mis tiempos.
El pueblo lo divide el rio; está unido por un puente. En mi infancia solíamos quedar sin él, con las riadas. Entonces los guajes íbamos a tirar el pan a los otros vecinos de rio, no teníamos clase, ya que la escuela estaba en la parte de “los sin pan”, como decía nuestro maestro, la cultura y el pan estaban reñidos con la subida del rio.
En la otra orilla, existía una tienda- taberna, la llamábamos’ “Casa Segundo”, porque su dueño era el susodicho. Este prototipo de negocio era el lugar donde podías comprar de todo lo existente; conservas, pan, zapatos o tomar un café y beber vinos y licores.
Segundo, un hombre de unos cuarenta años, para los niños un paisano mayor, había tenido una discusión con sus padres a causa de su nombre, razón tenía, nunca podría ser el primero, porque detrás iba el Segundo.- Ejemplo…el primero e n la lección, fue Segundo, y todos a reír...
Cada trimestre pernoctaba en su casa, por supuesto, también era pensión, Don Gerardo, viajante de comercio. Este señor, de edad media, era pequeño y arrogante, presumido y sabelotodo, según los vecinos que jugaban la partida en el bar. D. Gerardo, era vecino de Oviedo, ciudad muy importante, elegante, culta y altiva, él por su trabajo tenía que visitar todos los lugares de las Cuencas Mineras, aldeas ,pueblos, como visitador comercial para aprovisionar las tiendas de todo cuanto existía para el consumo de esas comunidades, representando el almacén de coloniales Aurelio.
Hartos los vecinos, todos socarrones, un día decidieron darle una lección. D. Gerardo solía escuchar, sentado en el bar-tienda, las conversaciones ajenas de todos, entrando y saliendo de ellas, sentenciando ex cátedra toda y cada cosa que se decía u opinaba.
Segundo, guiñando el ojo a los demás, empezó a decirles que ya se podía cazar el cordubeyu. Todos prestaron atención, mientras D. Gerardo aplicaba su oído a lo que se comentaba. Irían a la orilla del rio con sartenes y latas viejas golpeándolas con fuerza, en plena noche, al fin de obligar al felino a salir de su escondrijo, mientras a las salidas de pequeñas sendas se ponían con un saco para atrapar al animal, el curdubeyo, un poco mayor que un gato, con orejas parecidas a los conejos y hocico alargado. En la noche, con ruido, el animal se desorientaba y con facilidad caería en alguno de los sacos. D. Genaro se ofreció a la caza, haciendo lo que fuese menester.
Al atardecer, todo fueron a la orilla dl rio, día nublado, sin luna en pleno verano. Segundo le dio a Gerardo una lata y un palo diciéndole que fuese rio arriba, golpeando la lata y diciendo en voz alta…curdubeyu ven al cistu que el de Uvieu aquí te aguarda, el que ye listu y aguu calentinu ta en la cama.
Puestos de acuerdo, todos se prestaron al trabajo, D. Gerardo empezó a darle palos a la lata, rio arriba vociferando.
Escuchando grandes carcajadas, se dio cuenta de la tomadura de pelo, se ható de llamarles sinvergüenzas y desgraciados

MORALEJA. Al día siguiente. Gerardo se sentó al lado de todos en el bar, donde había risitas bajas, les sonrió y les dio las gracias por la broma pasada, diciéndoles que quedaba aprendida la lección.
Hoy cuando va al pueblo, se sienta con todos, ríe, cuenta y escucha, tiene buenos amigos y disfruta de ellos.

Nunca amigo te creas superior a los demás. J. Ordóñez, Salinas 2009.

13 de Marzo Miravalles 2016

13 DE MARZO MIRAVALLES 2016



Retablo Mayor
Como cada año, desde hace veinte, un grupo de peregrinos, acudimos al Santuario de Miravalles el trece de
Marzo, indulgencia plenaria por bula Pontificia. En el 2016, ha sido grande nuestra alegría. Los Caballeros de Santiago de Aller nos acompañaron. He visto en ellos mucha ilusión, Foro Aller con sus representantes concejales, asistieron al acto. Varios vecinos de Soto y creo de algún pueblo del concejo, también estuvieron en la Santa misa. Muchas gracias a todos. Recuperemos ese día perdido en el olvido.

Tenemos que ponernos de acuerdo, para el próximo año. Todos unidos con un fin, ayudar a nuestros coetáneos, formalizar un ambiente festivo-religioso, de recuperación de camino de Aller hacia el Salvador y Santiago.
En Soto existía un hospital de peregrinos, la casa está situada en Santa-Ana, muy cerca de la Capilla de la misma advocación. En la iglesia parroquial se conserva su retablo, Andrés Boreta, su promotor y alma del proyecto, personaje digno de estudiar. Alabar a los Caballeros de Santiago de Aller, por haber tomado es nombre. Haciendo camino.

No debemos olvidar que todo el montaje del camino, está señalizado por los diferentes templos, santuarios,
ermitas y hospitales. Históricamente, todo empezó en el reinado de Alfonso II el Casto, rey de Asturias

jueves, 7 de enero de 2016

La Casa de la Torre

LA CASA DE LA TORRE




En mi trabajo pasaba continuamente por el lugar, una hermosa campiña, verdes prados con pastizales y pequeños sembrados de maíz. En un lateral del hermoso conjunto, una entrada con una puerta de hierro daba el acceso a la casona, buena construcción, corredor preparado para tomar el sol y colgar el maíz en su época, en el lado derecho de la edificación, una preciosa torre cuadrada, de cuatro alturas, muy alta , demasiado alta, daba la impresión que tenía un cometido especial. Al lado de la torre una casa, estilo quintana, corredor seguido, con establo al lateral, como hay muchísimas en nuestra querida tierra Asturiana.
Explico cuál era mi trabajo, tenía en aquella época una pequeña tienda de electrodomésticos, en mi trabajo acompañaba a unos vendedores a domicilio, comisionistas, les hacía de chofer con la furgoneta, donde además de llevarlos a ellos, llevábamos un material para la venta, un televisor, antena y demás material para su instalación, pequeños aparatos domésticos. Venta que  era efectuada en el momento, les ayudaba a rematar la  operación, si la venta era de un televisor, hacia instalación de antena y puesta en marcha, en ventas aplazadas firmaba el contrato con el cliente. Trabajo de apoyo.
Esta casa de la torre me llamaba mucho la atención. Uno  de los vendedores me comentó que la familia de la casa de al lado de ella, estaba interesada en la compra de un televisor. Fui de visita, la familia estaba compuesta por tres personas, matrimonio y una hija de unos dieciocho años, el padre se llamaba Fructuoso, todos le conocían por fruto, la señora Adela y la muchacha Alejandrina. Con mucha dificultad y con la Ayuda de Alejandrina conseguimos vender nuestro Televisor Werner de 20”, buena operación, colocación de antena por mi parte y puesta en marcha del aparato, la visión de imagen perfecta. La casa de Fruto fue nuestro punto de encuentro por la buena acogida de la familia. Con la ayuda estimable de Adela, fuimos presentados a muchas personas del pueblo, donde efectuamos muchas ventas.
De esa  venta en la quintana, guardo gratos recuerdos, llegue a ser un buen amigo de Fructuoso. Charlamos largamente de muchas cosas, el parecido labriego, guardaba bajo su aspecto una gran inquietud cultural. Me contó que el dueño de la hacienda de la cual era casero, le había metido poco a poco en esa inquietud del saber, aprendió a leer y comprender lo escrito. Don Anselmo, ese era el nombre del dueño de la propiedad, su esposa Felicidad, su hijo único, era Dionisio. Solo venían los veranos, residían en Oviedo, él era capitán de barco, pasaba largas etapas de su vida navegando, trabajaba en la marina mercante, era copropietario de una naviera. Había mandado construir la casa grande en su juventud, su idea era pasarse  allí los últimos años de su vida. Doña felicidad, era su confidente, su amiga, su esposa todo para él. Se sentía la felicidad en esa lugar, solían pasar dos meses de verano en la casona, como era conocida la residencia por los vecinos.
La torre fue mandada construir con el fin de orientar, en tiempos malos a los navegantes, desde esa altura era visible el mar, en días aciegos de invierno, se encendía una fuerte luz que era visible a gran distancia, ayudando a los navegantes para saber su situación. Explicación que dio a una interpelación de un parroquiano, en la tienda bar existente en el pueblo, lugar de reunión de parroquianos en todas las épocas del año. D. Anselmo era muy respetado en las tertulias alrededor de un vino o algo que llevarse a la boca, siempre en el mismo lugar, por ser el único sitio donde se podía beber algo o comprar algún artículo de primera necesidad.
En aquellos tiempos, su casero era Celestino, conocido como Tino, vivía en la quintana con su esposa Soledad…. Sole como se la conocía y su hija Margarita. Tino era una verdadera calamidad, holgazán…pendenciero…bebedor, siempre con malos tratos a su esposa y a su hija, que eran las que trabajaban las fincas, ayudadas por algún vecino piadoso que les hacia las tareas más difíciles. Don Anselmo, por piedad hacia las dos mujeres no los había despedido de su casería.
En el cincuenta aniversario de D. Anselmo, hubo una gran fiesta en la finca, llegaron coches con amigos de la familia. El Señor se retiraba de momento un año, dejaría de navegar, su puesto seria ocupado por su hijo Dionisio, después de finalizar sus estudios y sus prácticas en la marina, siempre bajo la tutela de su padre.
Ese acto fue todo un acontecimiento en el pueblo, nunca se había tenido algo de tanto glamur. Vestidos casi todos los amigos con uniforme de marina….sus señoras con elegantes vestidos, en el pueblo algo semejante solo lo contaban  alguna asistenta de  señores que volvía de la capital. Los vecinos pasaron parte de la tarde cerca de la puerta de la finca, comentando, cambiando impresiones, pero sin perder nada de tan fausto acontecimiento. Nadie esperaba que los señores les mandasen entrar, ofreciéndoles en el porche de la casona un refrigerio y unas pastas.
Después de unos meses, D. Anselmo, con dolor de corazón tuvo que despedir  de la casería a Tino, todo se hizo con la máxima discreción, el casero cada vez era más indisciplinado y permanecía más tiempo borracho. El Señor, llamo al matrimonio comunicándoles su decisión, les daría una indemnización, algo sustanciosa, ni que decir que el casero se apresuró a coger el dinero, sin preocuparle lo más mínimo la situación en que quedaba su esposa y su hija.
Me contó Fructuoso, que así fue como el vino a la casa, haciéndose cargo de la quintana.  D. Anselmo, moviéndose por sus tierras, se fue acercando a él con sus preguntas, invitándole a la casona para ofrecerle una copa, escuchando pacientemente sus explicaciones, de cómo se desarrollaba su  trabajo en la parte agrícola y ganadera. De esa amistad vino su desarrollo intelectual. El Señor, con enorme paciencia, fue metiéndole en la lectura, perfeccionando todo su arco cultural. Por su forma de hablar sobre el dueño de la posesión, se notaba cariño y mucho respeto.
La tertulia que hoy con la televisión, vemos en nuestras casas, en los años anteriores se desarrollaba en el lavadero. No había televisión, solo  una radio en todo el pueblo D. Anselmo… era el poseedor de dicho aparato. En circunstancias muy especiales y ante la transmisión de algo transcendente, el corredor de la casona, donde se colocaba el aparato de radio, transmitía para todos los parroquianos que se acercaban al lugar, cortesía de la casa.
De mala forma y de peor deseo, Frasia que así la denominaban en el pueblo, mujer que prestó servicio en la casona, despedida por amiga de lo ajeno, hizo comentarios…lanzó rumores, sobre  cierto lio de faldas del Señor, con cierta señorita, cuya familia había prestado sus servicios en la quintana de la casona. No tardó en llegar este comentario a oídos de Tino, cuya hija visitaba la casona con frecuencia, todos daban por hecho que para letrearse y aprender con D. Anselmo…comentarios……borracheras de Tino y disponibilidad de él para cometer el atroz crimen. En un día del fatídico invierno, se oyeron voces destempladas, palabras mal sonantes, amenazas del borracho, D. Anselmo según testigos salió a reprimir a Tino, este en un abrir y cerrar de ojos, cogió una pala dentada y se la clavó en el vientre, D. Anselmo, vaciló y cayó en un enorme charco de sangre, el agresor entre insultos salió del corral, lanzando improperios de quien deshonra a mi hija no puede vivir.
El servicio y la familia, se lanzaron en ayuda sobre el cuerpo de la víctima. Trasladado al hospital de la Villa, solo se certificó su defunción
Las nubes negras se cernieron sobre el lugar. Un dolor latente en el ambiente se respiraba. La guardia civil detuvo al asesino. En el juicio quedó demostrada la inocencia de D. Anselmo, sabiendo todo el pueblo que todo había sido un bulo lanzado por la sirvienta despedida, agrandado por la imaginación popular; mentiras mal intencionadas.
El respeto a la familia de la casona fue total. La sirvienta despedida tuvo que abandonar el pueblo, Fruto tiene conocimiento de que está viviendo en Gijón. La familia de Tino, su esposa y su hija, hicieron llegar a la casona una carta, donde espesaban su consternación y su dolor. En ella se despedían de la familia a la que agradecían toda la ayuda prestada por la por el Señor y su familia a quien no merecía ningún reconocimiento, partían madre e hija, lejos del lugar, afín de poder vivir con algo de dignidad el resto de sus días.

Estado actual de la casa

De todas partes llegaron todo tipo de personas para el sepelio de un gran hombre. El pueblo hizo cuestaciones para levantar en el cementero un mausoleo, en palabras del señor cura, como desagravio a la maledicencia que tuvieron con rumores infundados.
Hay en la zona de la casona una leyenda. En días de fuerte temporal, en la torre abandonada la mayor parte del tiempo, aparece una luz intensa, como guía de los marinos en peligro. Todos los vecinos coinciden en que es cierto, todos están convencidos que D. Anselmo, como guía de los barcos, en esos días de gran peligro, vuelve de su destino para ayuda de navegantes. Eso no es de fe…….creer o no creer……yo solo digo lo oído a mi buen amigo  Fructuoso, que ahora  lleva la conservación de la casona y la quintana.
PD.Si alguien lee este relato, solo le pido que no se olvide nunca, que no se debe comentar nada no visto y aun así, mejor callar las habladurías y comentarios que pueden perjudicar a un tercero.
J. Ordoñez – Salinas 2.015.


El Abuelo

EL ABUELO

En el mes de Mayo, empecé la negociación con mi hijo y mi nuera para que nuestro nieto Ricardo, Richard
para ellos, pasase unos días en España con sus abuelos.
         Mi hijo Dionisio, finalizados sus estudios de ingeniería en Oviedo, le mandamos un verano a Estados Unidos de América, con el fin de perfeccionar su inglés. Años antes, lo mandábamos a Irlanda, creo que ya dominaba con perfección la lengua, pero ese verano, aconsejados por unos amigos, decidimos que cruzase el Océano para ir a Norteamérica.
  No solo paso el verano, si no que encontró trabajo quedándose a vivir allí. Nos  supuso un gran pesar, lo acatamos, los padres, cuando los hijos son mayores, solo  pueden  opinar, orientar, yo no tenía ningún acceso a mi hijo, nunca conectamos, ni en temas culturales, ni en forma de ver la vida. Me limite a pagar sus estudios, darle consejos y las mayores comodidades posibles.
         Hace unos años nos comunicó, que se iba a casar, esperando que nosotros fuésemos al evento. Ante la insistencia de su madre, preparamos el viaje a la ciudad donde residía, Houston, él se encargó del  alojamiento, en un hotel en la pequeña población que él vivía. Nos recibió como era costumbre en él, con su pasotismo acostumbrado, le acompañaba su novia, Sara, agradable de cara, esbelta, rubia  y de ojos azules, cordiales y distantes.
 Esa noche su madre, lloró en la habitación, se encontró desplazada, no sé cómo se extrañó del comportamiento de Dionisio, hay pocos milagros, no íbamos a ser nosotros la excepción, así  era nuestro hijo.
            A la semana siguiente, después del enlace regresamos a casa, los padres de Sara, aproximadamente de nuestra edad, tuvieron  con nosotros unos comportamientos irregulares, muy cordiales al saludo y distantes en el resto de nuestra estancia. Puede que seamos nosotros los raros. Nuestro hijo parecía encontrarse a las mil maravillas con la familia de su esposa. Fue para nosotros un alivio al regresar a casa, por fin solos, pudimos respirar a gusto.
             Hoy nos dirigimos al aeropuerto de Asturias, dentro de unos minutos, aterrizará el avión con nuestro nieto, lo conocemos por fotos, tiene diez años, nunca han venido sus padres a visitarnos, nos comunicamos por video conferencias, teléfono, cartas y paquetes.
             En la sala de espera, estamos nerviosos, ansiosos, dispuestos a que Ricardo tenga un feliz mes en Salinas, donde vivimos, haremos lo imposible para que el chico tenga una estancia feliz con nosotros.
 Entre todos los pasajeros, estaba Ricardo, acompañado por una azafata, llevaba una maleta y una mochila al hombro. Su abuela lo aplasto literalmente con su abrazo, el muchacho parecía mirarla con recelo, yo me acerque y le extendí  la mano, le acaricie suavemente, el chico pareció agradecerme la formalidad, después de todo solo nos conocíamos por video-conferencia.
 Su español era de corta calidad, pero nos entendíamos perfectamente. En el traslado, su abuela le hizo mil preguntas, sobre sus padres, su hermana pequeña, Ricardo contestaba con monosílabos……si…..no….vale…… A la llegada a casa, me hice  cargo de su maleta, le enseñamos su habitación, en ella habíamos colocado fotos de sus padres y hermana, le instalamos como nos pareció más apropiado. Nos dio las gracias y pidió quedarse solo un rato, enseñándole el baño, salimos de la estancia.
              Pasados unos días, el muchacho se volvió más abierto, sonreía con facilidad, hablaba y escuchaba con mucha atención. Un día, le invite a salir conmigo por la mañana, aceptó, su abuela le miró y le abrazó bien antes de salir a la calle, cuando empezamos a caminar solos, dirigiéndose a mí, me espetó….mujeres…… yo con una sonrisa de complicidad, le hice un guiño con el ojo
. La charla fue muy fluida y amena, nunca tuve tanta afinidad con mi hijo, el chico preguntaba y explicaba con mucha fluidez y precisión. Supe cómo iban sus estudios, como era su vida en América, le gustaba la literatura y la historia, muy afín a mí, en momentos me recordaba mi infancia. Íbamos paseando por las calles de nuestra villa, en un momento me preguntó por  una preciosa casa medio abandonada, con una pequeña torre que hacía de mirador. Le comente que en ese edificio, habían vivido un matrimonio con una hija, que habían sido asesinados, me insistió para que le informase detalladamente sobre todo ello.
 Una noche del mes de Julio, aproximadamente cinco años atrás. Los vecinos, al notar algo raro dieron aviso a la Guardia Civil. Estos entraron en la casa, la puerta estaba abierta, en la escalera, encontraron el cadáver del padre de la familia, había sido apuñalado. En una habitación del primer piso estaban los cadáveres de la madre y la hija en las mismas condiciones que el señor. Fue un  horrible asesinato que conmocionó a toda la población. En el informe policial, se hizo costar que por las huellas fueran tres personas las que cometieron tal felonía.
 El móvil fue el robo, probable que creyesen que no estaban en la vivienda la familia. El hecho se produjo  aproximadamente sobre las cuatro de la madrugada, el marido bajo al oír ruido, le atacaron en la escalera, luego entraron en la habitación, terminando con madre e hija. Desde ese día, la casa fue abandonada. Se comenta por el pueblo que de noche, se enciende una luz, dicen que son los espíritus de los difuntos que esperan su venganza
. Mi nieto quedó prendado de esta leyenda, cuando paseamos por el pueblo, siempre tenemos que pasar por delante del chalet, preguntándome más detalles, a los cuales yo no sé cómo responder. Algunos amigos míos, le decían que habían visto la luz alguna vez en  la noche, en días invernales y muy tormentosos.
                Aquel  invierno, eche de menos a mi nieto. Nos comunicamos por video-conferencia, el me insiste que hable con mi hijo, si saca buenas notas, quiere venir a Salinas, los meses de Julio y Agosto. Al fin parece que mi hijo y mi nuera, lo aprueban, dependiendo todo de sus notas en los exámenes.
                  En Salinas, se comenta el accidente que tuvieron tres chicos Rumanos, en la carretera de la Plata. Su coche salió disparado por las praderas que rodean la sinuosa vía, terminando sus ocupantes totalmente carbonizados. Habían estado robando en el edificio que está enfrente del chalet de la torre.. Al ser descubiertos emprendieron la fuga, en un coche que tenían aparcado en la acera de enfrente. Mi amigo Manolo, como no podía ser menos vio todo el espectáculo, fue uno de los que llamo a la Guardia Civil, según él, vio como una sombra que  salía de la casa de la Torre , se  introdujo en el coche en el cual partieron los ladrones, a toda velocidad, perseguidos de cerca por un jit de la Benemérita. Entraron en una carretera secundaria, donde suelen hacerse carreras de coches, por lo sinuosa y complicada que es. En una de las muchas curvas existentes, el coche salió despedido, cayendo por las praderas que la rodean, incendiándose, no pudiendo hacer nada por sus ocupantes. Una de las  personas que vio el accidente, jura que en ese momento, salió del vehículo accidentado  un rayo de luz blanca, que desapareció hacia el cielo , al mismo tiempo, una gran sombra negra se perdió hacia el barranco, oyéndose como lamentos. Hoy es la comedilla en todo el pueblo. Hace unos días, la prensa dio la información, según el atestado, los tres fallecidos, por el ADN, eran los mismos, que unos años antes habían cometido  los asesinatos en la casa de la torre.Inesplicablemente´según los técnicos que valoraron el accidente, el volante se bloqueó no permitiendo manejar el vehículo
              Al fin ha vuelto nuestro nieto. Me ha hecho infinidad de preguntas sobre el accidente. La luz blanca, según él, son los espíritus puras de los asesinados  en la casa de la torre, que marchan hacia la luz. Las sombras negras, los espíritus de los asesinos en su viaje hacia el averno.
               Hoy hemos pasado por la casa de la Torre, ha sido vendida y están reformándola, queda muy bonita. Según mi buen amigo Manolo, ahora no se enciende la luz en la torre al anochecer, casi me tienen convencido.
                 Mi esposa y yo, estamos pasando un hermoso verano con nuestro nieto. Ahora nos dice que  quiere, después de terminar sus estudios, vivir con nosotros en Salinas. Aunque no sea  verdad, nos ha hecho mucha ilusión, nos hace soñar. Grata noticia, viene toda la familia una semana, para volver con Ricardo a su vuelta.

                                             J. Ordóñez – Salinas 2013