LA CASA DE LA TORRE
En mi trabajo pasaba continuamente por el lugar, una hermosa campiña, verdes prados con pastizales y pequeños sembrados de maíz. En un lateral del hermoso conjunto, una entrada con una puerta de hierro daba el acceso a la casona, buena construcción, corredor preparado para tomar el sol y colgar el maíz en su época, en el lado derecho de la edificación, una preciosa torre cuadrada, de cuatro alturas, muy alta , demasiado alta, daba la impresión que tenía un cometido especial. Al lado de la torre una casa, estilo quintana, corredor seguido, con establo al lateral, como hay muchísimas en nuestra querida tierra Asturiana.
Explico cuál era mi trabajo, tenía
en aquella época una pequeña tienda de electrodomésticos, en mi trabajo
acompañaba a unos vendedores a domicilio, comisionistas, les hacía de chofer
con la furgoneta, donde además de llevarlos a ellos, llevábamos un material
para la venta, un televisor, antena y demás material para su instalación,
pequeños aparatos domésticos. Venta que
era efectuada en el momento, les ayudaba a rematar la operación, si la venta era de un televisor,
hacia instalación de antena y puesta en marcha, en ventas aplazadas firmaba el
contrato con el cliente. Trabajo de apoyo.
Esta casa de la torre me llamaba
mucho la atención. Uno de los vendedores
me comentó que la familia de la casa de al lado de ella, estaba interesada en
la compra de un televisor. Fui de visita, la familia estaba compuesta por tres
personas, matrimonio y una hija de unos dieciocho años, el padre se llamaba
Fructuoso, todos le conocían por fruto, la señora Adela y la muchacha
Alejandrina. Con mucha dificultad y con la Ayuda de Alejandrina conseguimos
vender nuestro Televisor Werner de 20”, buena operación, colocación de antena
por mi parte y puesta en marcha del aparato, la visión de imagen perfecta. La
casa de Fruto fue nuestro punto de encuentro por la buena acogida de la familia.
Con la ayuda estimable de Adela, fuimos presentados a muchas personas del
pueblo, donde efectuamos muchas ventas.
De esa venta en la quintana, guardo gratos
recuerdos, llegue a ser un buen amigo de Fructuoso. Charlamos largamente de
muchas cosas, el parecido labriego, guardaba bajo su aspecto una gran inquietud
cultural. Me contó que el dueño de la hacienda de la cual era casero, le había
metido poco a poco en esa inquietud del saber, aprendió a leer y comprender lo
escrito. Don Anselmo, ese era el nombre del dueño de la propiedad, su esposa
Felicidad, su hijo único, era Dionisio. Solo venían los veranos, residían en
Oviedo, él era capitán de barco, pasaba largas etapas de su vida navegando,
trabajaba en la marina mercante, era copropietario de una naviera. Había
mandado construir la casa grande en su juventud, su idea era pasarse allí los últimos años de su vida. Doña
felicidad, era su confidente, su amiga, su esposa todo para él. Se sentía la
felicidad en esa lugar, solían pasar dos meses de verano en la casona, como era
conocida la residencia por los vecinos.
La torre fue mandada construir con
el fin de orientar, en tiempos malos a los navegantes, desde esa altura era
visible el mar, en días aciegos de invierno, se encendía una fuerte luz que era
visible a gran distancia, ayudando a los navegantes para saber su situación.
Explicación que dio a una interpelación de un parroquiano, en la tienda bar
existente en el pueblo, lugar de reunión de parroquianos en todas las épocas del
año. D. Anselmo era muy respetado en las tertulias alrededor de un vino o algo
que llevarse a la boca, siempre en el mismo lugar, por ser el único sitio donde
se podía beber algo o comprar algún artículo de primera necesidad.
En aquellos tiempos, su casero era Celestino,
conocido como Tino, vivía en la quintana con su esposa Soledad…. Sole como se
la conocía y su hija Margarita. Tino era una verdadera calamidad,
holgazán…pendenciero…bebedor, siempre con malos tratos a su esposa y a su hija,
que eran las que trabajaban las fincas, ayudadas por algún vecino piadoso que
les hacia las tareas más difíciles. Don Anselmo, por piedad hacia las dos
mujeres no los había despedido de su casería.
En el cincuenta aniversario de D.
Anselmo, hubo una gran fiesta en la finca, llegaron coches con amigos de la
familia. El Señor se retiraba de momento un año, dejaría de navegar, su puesto
seria ocupado por su hijo Dionisio, después de finalizar sus estudios y sus
prácticas en la marina, siempre bajo la tutela de su padre.
Ese acto fue todo un acontecimiento
en el pueblo, nunca se había tenido algo de tanto glamur. Vestidos casi todos
los amigos con uniforme de marina….sus señoras con elegantes vestidos, en el
pueblo algo semejante solo lo contaban alguna asistenta de señores que volvía de la capital. Los vecinos pasaron
parte de la tarde cerca de la puerta de la finca, comentando, cambiando
impresiones, pero sin perder nada de tan fausto acontecimiento. Nadie esperaba
que los señores les mandasen entrar, ofreciéndoles en el porche de la casona un
refrigerio y unas pastas.
Después de unos meses, D. Anselmo,
con dolor de corazón tuvo que despedir
de la casería a Tino, todo se hizo con la máxima discreción, el casero
cada vez era más indisciplinado y permanecía más tiempo borracho. El Señor,
llamo al matrimonio comunicándoles su decisión, les daría una indemnización,
algo sustanciosa, ni que decir que el casero se apresuró a coger el dinero, sin
preocuparle lo más mínimo la situación en que quedaba su esposa y su hija.
Me contó Fructuoso, que así fue
como el vino a la casa, haciéndose cargo de la quintana. D. Anselmo, moviéndose por sus tierras, se fue
acercando a él con sus preguntas, invitándole a la casona para ofrecerle una
copa, escuchando pacientemente sus explicaciones, de cómo se desarrollaba
su trabajo en la parte agrícola y
ganadera. De esa amistad vino su desarrollo intelectual. El Señor, con enorme
paciencia, fue metiéndole en la lectura, perfeccionando todo su arco cultural.
Por su forma de hablar sobre el dueño de la posesión, se notaba cariño y mucho
respeto.
La tertulia que hoy con la
televisión, vemos en nuestras casas, en los años anteriores se desarrollaba en
el lavadero. No había televisión, solo una radio en todo el pueblo D. Anselmo… era el
poseedor de dicho aparato. En circunstancias muy especiales y ante la
transmisión de algo transcendente, el corredor de la casona, donde se colocaba
el aparato de radio, transmitía para todos los parroquianos que se acercaban al
lugar, cortesía de la casa.
De mala forma y de peor deseo, Frasia
que así la denominaban en el pueblo, mujer que prestó servicio en la casona,
despedida por amiga de lo ajeno, hizo comentarios…lanzó rumores, sobre cierto lio de faldas del Señor, con cierta
señorita, cuya familia había prestado sus servicios en la quintana de la
casona. No tardó en llegar este comentario a oídos de Tino, cuya hija visitaba
la casona con frecuencia, todos daban por hecho que para letrearse y aprender
con D. Anselmo…comentarios……borracheras de Tino y disponibilidad de él para
cometer el atroz crimen. En un día del fatídico invierno, se oyeron voces
destempladas, palabras mal sonantes, amenazas del borracho, D. Anselmo según
testigos salió a reprimir a Tino, este en un abrir y cerrar de ojos, cogió una
pala dentada y se la clavó en el vientre, D. Anselmo, vaciló y cayó en un
enorme charco de sangre, el agresor entre insultos salió del corral, lanzando
improperios de quien deshonra a mi hija no puede vivir.
El servicio y la familia, se
lanzaron en ayuda sobre el cuerpo de la víctima. Trasladado al hospital de la
Villa, solo se certificó su defunción
Las nubes negras se cernieron sobre
el lugar. Un dolor latente en el ambiente se respiraba. La guardia civil detuvo
al asesino. En el juicio quedó demostrada la inocencia de D. Anselmo, sabiendo
todo el pueblo que todo había sido un bulo lanzado por la sirvienta despedida,
agrandado por la imaginación popular; mentiras mal intencionadas.
El respeto a la familia de la
casona fue total. La sirvienta despedida tuvo que abandonar el pueblo, Fruto
tiene conocimiento de que está viviendo en Gijón. La familia de Tino, su esposa
y su hija, hicieron llegar a la casona una carta, donde espesaban su
consternación y su dolor. En ella se despedían de la familia a la que agradecían
toda la ayuda prestada por la por el Señor y su familia a quien no merecía
ningún reconocimiento, partían madre e hija, lejos del lugar, afín de poder
vivir con algo de dignidad el resto de sus días.
Estado actual de la casa |
De todas partes llegaron todo tipo de personas para el sepelio de un gran hombre. El pueblo hizo cuestaciones para levantar en el cementero un mausoleo, en palabras del señor cura, como desagravio a la maledicencia que tuvieron con rumores infundados.
Hay en la zona de la casona una
leyenda. En días de fuerte temporal, en la torre abandonada la mayor parte del
tiempo, aparece una luz intensa, como guía de los marinos en peligro. Todos los
vecinos coinciden en que es cierto, todos están convencidos que D. Anselmo,
como guía de los barcos, en esos días de gran peligro, vuelve de su destino
para ayuda de navegantes. Eso no es de fe…….creer o no creer……yo solo digo lo
oído a mi buen amigo Fructuoso, que
ahora lleva la conservación de la casona
y la quintana.
PD.Si alguien lee este relato, solo
le pido que no se olvide nunca, que no se debe comentar nada no visto y aun
así, mejor callar las habladurías y comentarios que pueden perjudicar a un
tercero.
J. Ordoñez – Salinas 2.015.
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