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jueves, 21 de abril de 2016

El Curdubeyu

EL CURDUBEYU


Habitat del Curdubeyu

En todos los pueblos que se precien, existen personajes y en mi pueblo, no podía ser menos.
Hoy amigos, voy a rememorar mis tiempos.
El pueblo lo divide el rio; está unido por un puente. En mi infancia solíamos quedar sin él, con las riadas. Entonces los guajes íbamos a tirar el pan a los otros vecinos de rio, no teníamos clase, ya que la escuela estaba en la parte de “los sin pan”, como decía nuestro maestro, la cultura y el pan estaban reñidos con la subida del rio.
En la otra orilla, existía una tienda- taberna, la llamábamos’ “Casa Segundo”, porque su dueño era el susodicho. Este prototipo de negocio era el lugar donde podías comprar de todo lo existente; conservas, pan, zapatos o tomar un café y beber vinos y licores.
Segundo, un hombre de unos cuarenta años, para los niños un paisano mayor, había tenido una discusión con sus padres a causa de su nombre, razón tenía, nunca podría ser el primero, porque detrás iba el Segundo.- Ejemplo…el primero e n la lección, fue Segundo, y todos a reír...
Cada trimestre pernoctaba en su casa, por supuesto, también era pensión, Don Gerardo, viajante de comercio. Este señor, de edad media, era pequeño y arrogante, presumido y sabelotodo, según los vecinos que jugaban la partida en el bar. D. Gerardo, era vecino de Oviedo, ciudad muy importante, elegante, culta y altiva, él por su trabajo tenía que visitar todos los lugares de las Cuencas Mineras, aldeas ,pueblos, como visitador comercial para aprovisionar las tiendas de todo cuanto existía para el consumo de esas comunidades, representando el almacén de coloniales Aurelio.
Hartos los vecinos, todos socarrones, un día decidieron darle una lección. D. Gerardo solía escuchar, sentado en el bar-tienda, las conversaciones ajenas de todos, entrando y saliendo de ellas, sentenciando ex cátedra toda y cada cosa que se decía u opinaba.
Segundo, guiñando el ojo a los demás, empezó a decirles que ya se podía cazar el cordubeyu. Todos prestaron atención, mientras D. Gerardo aplicaba su oído a lo que se comentaba. Irían a la orilla del rio con sartenes y latas viejas golpeándolas con fuerza, en plena noche, al fin de obligar al felino a salir de su escondrijo, mientras a las salidas de pequeñas sendas se ponían con un saco para atrapar al animal, el curdubeyo, un poco mayor que un gato, con orejas parecidas a los conejos y hocico alargado. En la noche, con ruido, el animal se desorientaba y con facilidad caería en alguno de los sacos. D. Genaro se ofreció a la caza, haciendo lo que fuese menester.
Al atardecer, todo fueron a la orilla dl rio, día nublado, sin luna en pleno verano. Segundo le dio a Gerardo una lata y un palo diciéndole que fuese rio arriba, golpeando la lata y diciendo en voz alta…curdubeyu ven al cistu que el de Uvieu aquí te aguarda, el que ye listu y aguu calentinu ta en la cama.
Puestos de acuerdo, todos se prestaron al trabajo, D. Gerardo empezó a darle palos a la lata, rio arriba vociferando.
Escuchando grandes carcajadas, se dio cuenta de la tomadura de pelo, se ható de llamarles sinvergüenzas y desgraciados

MORALEJA. Al día siguiente. Gerardo se sentó al lado de todos en el bar, donde había risitas bajas, les sonrió y les dio las gracias por la broma pasada, diciéndoles que quedaba aprendida la lección.
Hoy cuando va al pueblo, se sienta con todos, ríe, cuenta y escucha, tiene buenos amigos y disfruta de ellos.

Nunca amigo te creas superior a los demás. J. Ordóñez, Salinas 2009.

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